martes, 20 de octubre de 2015

El instante se perderá dentro de pocos días


Hasta el próximo domingo, 25 de octubre, estará abierta la exposición “Realidades Instantáneas”, que fue organizada conjuntamente por la  Fundación Telefónica Movistar y la Sala Trasnocho Arte Contacto (TAC), en Las Mercedes. Esta muestra reúne el trabajo de 58 artistas y 21 archivos familiares, abarcando alrededor de 600 fotografías instantáneas.

La Polaroid tuvo su boom en los años 70 en Venezuela. Aunque fue lanzada al mercado en 1947. Era un cambio de paradigma en la fotografía, ya no había que esperar días en un laboratorio para recibir las imágenes. Entre la posibilidad de tener una sola foto sin negativo para reproducirla y la inmediatez de obtener el resultado, se balanceaba el interés de aficionados y profesionales por la invención.

Recuerdo que mis padres compraron una de esas cámaras, y lo primero que auguraron muchos era que con el paso del tiempo, aquella imagen se velaría por completo bajo los efectos de la luz. 600 fotografías recopiladas tiran al suelo los viejos presagios. Esta exposición que contó con la investigación y curaduría de Sagrario Berti y la museografía de Ricardo Báez, lo que demuestra es que muchos apostaron con fe en la fotografía instantánea. En esta selección se lee entre imágenes cuán diversa fue la utilidad de la Polaroid para artistas, cineastas, fotógrafos profesionales y seres corrientes. 

 Famosos fotógrafos como Lucas Samaras y Andy Warhol experimentaron con la Polaroid. Como una estrategia de mercadeo, la firma regalaba a los fotógrafos profesionales los equipos para que experimentaran la instantaneidad. En Venezuela, los nuestros no se quedaron atrás:

Ricardo Jiménez
Relatos, 1993-2008
Polaroid c665. 10,5 x 8,5 cm
Así, vemos la estética de las rosas en las tomas de Roberto Obregón; el representante del arte conceptual, Claudio Perna, envía un mensaje particular sobre los medios masivos; Luis Molina Pantin, Ricardo Jimènez y Ricardo Gómez Pérez utilizaron la fotografía instantánea como boceto para sus futuras fotos (en el caso del primero), o como una forma de probar la composición y la luz (los Ricar2). O bien como fotografía artística.

El diseñador gráfico, John Lange, quizás nunca habría imaginado que los rincones de su casa  serían apreciado por tantas personas en sala; la Polaroid también sirvió para dejar testimonio del teatro o de una coreografía (Nela Ochoa), para registrar secuencias cinematográficas (Solveig Hoogesteijn y Diego Rísquez), para evaluar imágenes publicitarias, para la moda (Fran Beaufrand).

Como dato curioso, solamente hay tres cámaras de gran formato Polaroid en el mundo, y en la exposición se exhibe una foto de la Polaroid Polacolor, tomada por Mauricio Donelli. Serie: Derrière la porte, 1995.

El uso del soporte fotográfico para experimentar con nuevas propuestas visuales, como sobreescribir o intervenir el negativo; el fragmentado, el collage, la puesta en escena y un sinfín de posibilidades, incluida la foto carnet para el ingreso escolar. Todo eso está resumido en esta exposición.

Una vitrina muestra retratos hechos instantáneos de todos los personajes del mundo cultural. Otra muestra una serie de retratos de gente en la calle, cerca de las torres de El Silencio…

Ver “Realidades instantáneas” es encontrarse con el pasado, pero a la vez con la visión futurista que ya asomaba la fotografía.  Unos celulares dispuestos en una de las paredes de la sala muestran el trabajo de artistas que utilizan el Instagram (Miguel Braceli, CMS, Costanza De Rogatis, Oscar Abraham Pabón, Max Provenzano, Carlos París, Ernesto Pérez).  La invitación de los organizadores a tomarse un selfie, para atestiguar su presencia en sala es un detalle que nos conecta a estos tiempos modernos.

Lo mejor de todo es que cuando esta exposición termine, siempre quedará disponible el catálogo, diseñado por Aixa Díaz, que la Fundación Telefónica ofrece al público a través de su portal. Allí se incluyen reflexiones sobre el tema de Sagrario Berti, Ruth Auerbach, Aixa Sánchez y Bárbara Muñoz. No se pierdan de bajarlo de internet.

Como parte de la programación, este jueves 22 de octubre, el profesor y director del Centro de Estudios Fotográficos – CiEF, José Ramírez, dictará la charla Enfoque  en torno a la naturaleza de la Polaroid. Entre la huella de luz y el karma instantáneo

Artistas presentes en la exposición:

 Mathieu Asselin
Ricardo Báez
Diego Barboza
Giuliano Bartolozzi
Pavel Bastidas
Fran Beaufrand
Lisa Blackmore
Giles Branch
Carlos Castillo
Nayarí Castillo
Mauricio Donelli
Eugenio Espinoza
Héctor Fuenmayor
Juan Pablo Garza
Dulce Gómez, Eduardo Molina y Luis Romero
Ricardo Gómez-Pérez
Beto Gutiérrez
Solveig Hoogesteijn – Bronwen Semmish
Julio Iribarren
Ricardo Jiménez
Marisela La Grave
John Lange
Luis Lizardo
Cerro Mijares
Oscar Molinari
Luis Molina-Pantin
Abel Naím
Roberto Obregón
Nela Ochoa
Anita Pantin
Claudio Perna
Luciano Perna
José Ramírez
Ricar2 (Ricardo Jiménez y Ricardo Gómez)
Diego Rísquez, Blanca Baldó y Luis Ángel Duque
Carlos Germán Rojas
Luis Romero
Antonieta Sosa – Beatriz González de Teruel
Pedro Terán
Darío Utreras
Toña Vegas
Ani Villanueva
Ana María Yánez
Yeni & Nan

viernes, 16 de octubre de 2015

La sutil violencia de una silla

      "Una empresa con 40 años en el mercado. La crisis obliga su cierre.
Cada   quien personalizó su silla durante tantos años de trabajo...
Costureras... Destrozadas... FIN
Juan Toro retrata la violencia  venezolana".
María Susana Himiob


Foto de María Susana Himiob (Galería Tresy3)
En la noche inaugural de "Costureras...Destrozadas...FIN", Juan Toro Diez se encuentra con los visitantes en una sala en el que se rotan unas cuatro a cinco personas en promedio, no más. Afuera, en el patio, está la mayoría de los invitados que acudió a la cita de la Galería TRESy3. Fotógrafos, amigos, periodistas comentan las fotos, conversan con la dueña de la empresa textil que quebró y que es invitada especial del evento. Felicitan también al curador de la exposición, Ricardo Jiménez.

No es la primera vez que Juan Toro observa cómo el público evade la imagen. Se podría decir que es muy parecida a la reacción que tiene la gente en la calle frente a un mendigo: se sabe que está allí, a veces se precisa hasta donde alcanzan sus pies para medir la distancia, pero nunca se le observa realmente. Hace un tiempo, en una colectiva donde el objeto fotografiado eran las balas, el espectador recorría una elipsis imaginaria para pasar de largo o más rápido y seguir al otro tema.

cortesía Galería TRESy3
Realmente, que la sala esté casi vacía puede ser el signo del éxito de esta exposición. La poética de la ausencia, la imagen del desamparo, el lenguaje de una silla que no va a ninguna parte, pero que anuncia la despedida de unas obreras que desaparecen en  el futuro incierto. Es fotografía documental desde la simbología. Un objeto, una silla, algo tan común, pero que tiene la personalidad de quien durante años, amoldó el espaldar y los cojines a su esfuerzo y paciencia. 

La más reciente exposición de Juan Toro no habla de la magia de surcir historias, señala cómo se descose la urdimbre social, tan raída como el desconcierto del desempleo.

Juan podría mostrar en sus fotos una esquina de Pinto Salinas sólo si un graffiti y su soledad le dan contexto a la ciudad violenta. Ese es el paisaje que se dibuja ante sus ojos. La coherencia en documentar lo evidente e invisible. Desde la sangre que corre sinuosa en el descenso del barrio, pasando por las etiquetas de la morgue, a los objetos contundentes de represión de las protestas y ahora las sillas abandonadas de una fábrica desahuciada.

Juan Toro vuelve a sus estadísticas, unas más reveladoras que otras, pero siempre -aunque no tengan números- contabilizan la herida social de este país.