martes, 17 de marzo de 2020

El afortunado regalo del Carmina Burana en Caracas

¡Oh, fortuna!
cambiante
como la luna;
siempre creciendo
o disminuyendo;
la vida de odio
Ahora es dura
Y entonces la sede
en un capricho;
pobreza
poder
Al igual que el hielo.


Así es la primera estrofa de Carmina Burana (precariamente traducida al español), compuesta por Carl Orff entre 1935 y 1936, que se inspira en cánticos medievales de los siglos XII y XIII. La obra se interpretó en la Concha Acústica de Bello Monte el pasado domingo 8 de marzo, en la programación gratuita que ofrece la Alcaldía de Baruta y con el patrocinio de la Unión Europea.

Puedo recordar que la noche comenzó clara. Mucho antes de ver a una gran luna llena, miré al cielo y estaba la constelación de Orión sobre nuestras cabezas. Pronto llegarían las nubes para vestir a la luna en sus luces. Pero abajo, más que las estrellas y nuestro redondo satélite, brillaban en el escenario las voces de diez agrupaciones corales y tres solistas, dirigidas por Ana María Raga,  y los instrumentos de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, dirigida por Elisa Vegas.

Dos mujeres directoras hicieron grande la noche para celebrar el Día de la Mujer. La primera parte del concierto estuvo acompañada del pianista Kristhyan Benítez, quien a su vez rindió homenaje a la compositora y pianista Teresa Carreño, al interpretar su obra Elegía No.1 “Quejas”, a quien el músico describe como “la primera mujer concertista del mundo, ‘la Valquiria del piano’, una de las mujeres más grandes de nuestra historia”. Presentó el Concierto de Piano No. 2 compuesto en 1868 por el virtuoso Camille Saint-Saëns, quien además fue cercano a nuestra máxima pianista. Cuando él escuchó por primera vez  tocar a Teresa Careño, le dijo con Franz Liszt como testigo: “Tienes un regalo enviado por Dios: Genio. Trabaja duro, desarrolla tu talento, sé fiel a ti misma y con el tiempo serás uno de nosotros”. Kristhyan Benítez tocó el piano para enaltecer a la mujer, y su otra pieza fue una versión para piano de “Desesperanza”, de María Luisa Escobar.

Tomada con el celular (Inger Pedreáñez)
Esta primera parte del concierto ya auguraba lo que vendría después. En sus camerinos, los cantantes seguían ensayando, afinando cada detalle, aún cuando estaban más que preparados. Se encontraban en la Concha Acústica de Bello Monte desde las 3:30 de la tarde. Venían de ensayar continuamente desde enero, se aprendieron de memoria la letra en una partitura que prácticamente no se repite, porque canta a la vida con sus ciclos. Ensayaron entre coros y con la orquesta, pero nunca se prepararon para enfrentar al público que les esperaba. 

Así me lo cuenta mi amiga Wilma Cedeño, directora del Ensamble Homines Urbi (vale acotar que es un orgullo que una mujer dirija un ensamble de voces masculinas), quien además estaba en los coros cantando. “Estábamos agotados antes de entrar, y de pronto vemos esa pared de gente impresionante. Pero lo que más impactó fue la reacción al final, cuando todo el mundo se paró como un reflejo a aplaudir. La ovación fue tan grande, que lo que nos llegó a nosotros fue como un golpe, yo me agarré de las manos con mi compañera de al lado, porque sentimos como si la voz del público nos empujara para atrás. Había muchachos que se pusieron a llorar de la emoción. Muchos de ellos cantaban por primera vez, entre ellos mi hijo, que era su debut en un coro de adultos. Yo había recibido grandes ovaciones en otras partes del mundo, pero haberla sentido aquí en mi país, así, la verdad es que fue impactante”.
  
Para que tengan una idea, eran más de 170 artistas en escena, y las corales presentes fueron las corales Vox Studio, Voca Spírito, Ensamble Homines Urbi, Aequalis Aurea, Coro de Conciertos UCV, Coro Colegio Humboldt, Schola Cantorum de Venezuela, Coro Artístico de Caracas, Coro Juvenil núcleo San Agustín y coralistas independientes. Y los tres solistas: Ninoska  Camacaro,  Alvaro Carrillo y Julio César Salazar  

Inesperado y grato final

Nos acompañaron en la presentación los embajadores de Alemania y Francia, Daniel Kriener y Romain Nadal, respectivamente. Así como la embajadora de la Unión Europea en Venezuela, Isabel Brilhante Pedrosa.

Tenía muchos años sin ir a la Concha Acústica de Bello Monte. Aunque sabía de muchos conciertos gratuitos que ya se han realizado allí y de los que me había perdido por diversas razones (El Hombre de la mancha fue uno de ellos). Pero esta vez no pensaba faltar.

Me encontré allí con otro amigo fotógrafo Günther (alias Julio César Rodríguez), quien estaba en su tarea de registrar el concierto. El me cuenta que se colocó frente al foso cuando estaba el coro de niños. La parte que a ellos les corresponde cantar es el Cour d'Amours (El cortejo amoroso). Casi que en un performance chamánico, los niños levantan sus brazos, en tres posiciones  (al frente, a los hombros, hacia la cabeza) y el coro de adultos atrás les replicaba con el mismo coro.  Me explica Wilma Cedeño que en esta parte “se describen las estrategias de la conquista amorosa, las insistencias del enamorado, las dudas y penas del amor. Que a pesar de contener fluctuaciones en el estado de ánimo, éste se aumenta hasta alcanzar su punto climático”, es la parte que le abre el camino al capítulo musical titulado "Dulcíssime”.

Amor volat undique
Amor volat undique captus est libidine. Iuvenes, iuvencule coniunguntur merito. Siqua sine socio, caret omni gaudio; tenet noctis infima sub intimo cordis in custodia: fit res amarissima

Si trato de buscar una traducción a la letra podría resumir que dice: “El amor vuela por todas partes, tomados por el deseo,  los hombres, jóvenes y mujeres juntos...

Sorpresivamente, los niños terminan su intervención lanzando blancos aviones de papel. Uno de ellos casi roza a mi amigo y lo toma de sorpresa. Una sorpresa en la que él sigue indagando, porque inexplicablemente se puso a llorar.

Quien no lo haría a esa distancia. No sería el único que tendría la piel erizada de la emoción.  Si algo nos regaló esa noche fue un baño de sensibilidad.

La colega periodista Rosa María Rappa también estuvo entre los cientos de músicos que cantaron esa noche: “La experiencia de Carmina Burana ha sido, sin dudar, de las más nutritiva en mi vida como coralista, que empezó hace casi 30 años atrás, cantando en la Coral Banco Industrial de Venezuela, dirigida por el maestro Raúl Delgado Estévez (Dios lo tenga en su gloria). Fue un trabajo arduo. Yo pertenezco a la agrupación Voca Spirito, un coro de mujeres dirigido por el maestro Jaime García, quien también cantó como parte del coro picollo. Fue un trabajo de filigrana. La directora Ana María Raga nos enseñó al detalle las diferencias entre la pronunciación italiana del latín, que es la que más se hace en versiones diversas de la obra de Off, a aquella alemana que es con la que originalmente está escrita la obra. Practicar la pronunciación fue un trabajo, por sí solo muy minucioso y arduo. Luego, los tiempos, los acentos, las dinámicas de la obra, fueron abordados por Ana María Raga y el coro con mucho esmero, con el empeño puesto siempre adelante. La asistencia a los ensayos fue masiva y todos hacíamos el esfuerzo a pesar de las dificultades de movilización. Ensayamos seis de los siete días de la semana: al menos tres ensayos semanales con el coro completo, otros dos con el coro piccollo, los sábados todos juntos, en fin... Valió la pena. La directora de la orquesta, Elisa Vega, nos visitaba a los ensayos de vez en cuando y nos daba indicaciones para que al unirnos con la orquesta, estuviéramos totalmente acoplados. Y así ocurrió. Fueron cuatro ensayos generales con coro y orquesta. Los niños de la Coral del Colegio Humboldt se nos unieron maravillosamente el día viernes. Todo estuvo completo y sabíamos que estaría bien engranado. Lo demás fue dejarnos impregnar del espíritu de la obra, alumbrados por la luna llena, para que el resultado fuera lo que tú tuviste la fortuna de ver. La energía en el escenario fue de profunda sincronía, desde el acorde inicial. Cada detalle trabajado fue reluciendo, como tenía que ser, pero con la emoción que recibíamos del público aquello se hizo exponencial”, me escribe Rappa

Indescriptible es el resultado de ese concierto, que aún hoy, más de una semana después me hace escribir esta nota. “Mi hijo aún se levanta cantando el Carmina Burana”, me dice Wilma Cedeño. “Yo   aún cierro los ojos y escucho en mi mente el acorde final seguido por la ovación del público”, me dice Rosa María Rappa. Yo observadora, no podré separar la luna llena del cántico que se elevó esa noche, de la hermandad que había entre público y músicos, del juego de luces y los colores bien dispuestos por el montaje escénico de Roberth Aramburo y Fernando Garantón.

El domingo 8 de marzo, 8.000 venezolanos fueron una amalgama de emociones que respondieron al esfuerzo musical de más de cientos de músicos que regalaron a la noche caraqueña, lo que yo me atrevo a definir como el concierto del año en nuestro país.

Agradecida con todos los que hicieron posible este evento.


jueves, 5 de marzo de 2020

La rebelión espiritual de Miguel von Dangel

Para hablar de Miguel von Dangel (Bayreuth, Alemania, 1946) es necesario construir un mapa, una ruta que lleve a sus obras, dibujar sobre esa cartografía personal hasta representar al reino animal que ha sido su vida. No es tarea fácil, pero a la vez todo sería más sencillo si apenas añadiera un pequeño ingrediente: describir la espiritualidad del artista como si fuera salpicadura de escarcha… Debería existir una manera de lograrlo. Así, casi podríamos develar de dónde proviene el misterio de la humanidad que habita en nosotros.
Foto en abstracto, simulando a Miguel como un Encapsulado
Pero no es suficiente.
Así comienza la nota que escribí para la revista digital Estilo sobre Miguel von Dangel que incluye no sólo una entrevista al artista venezolano, sino también recoge opiniones de sus amigos, su pensamiento escrito en libros y otras referencias de investigadores y críticos de arte sobre su trabajo.
Para leerla completa acceda a ella en el enlace de este párrafo.
Para complementar esa nota, muestro en este espacio fotos inéditas, junto con algunas que se incluyeron en el artículo, también de mi autoría.






Desde que había expuesto en el Museo de Petare con su muestra "Petare- De Civitate Dei", en 2014, a propósito de los 393 años de la fundación del Pueblo de Petare,  no se le había vuelto a retratar dentro de la institución cultural.






Madonna lactando al cordero divino Agnus Dei 20