sábado, 22 de octubre de 2016

Carta a Malena

Este texto lo comencé el jueves, mientras chateaba con Malena, pero lo concluí hoy a manera epistolar.

Querida, Malena:


Esta noche tuvimos de invitado en el Taller de Poesía a Alberto Márquez. Igor Barreto tuvo la idea de llamar a este ciclo Retrato de un amigo, y la presencia de Alberto para hablar de Juan Sánchez Peláez nos promete que cada encuentro será inspirador.

Ojalá pudieras haber estado con nosotros, Malena. Alberto contó cómo conoció a Sánchez Peláez cuando visitó su casa por un taller que había tomado en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Celarg. A pesar de la diferencia de edades, 18 años Alberto, cerca de 50 Juan, se hicieron grandes amigos.  Qué manera de dirigirse a sus recuerdos para vaciarlos en esta pequeña reunión de poetas.

"Cómo puedo empezar...decir que Juan Sánchez Peláez es inclasificable. Surrealista. Su último libro Aire sobre aire era una suerte de neosimbolismo...Hay una carta de Álvaro Mutis que creo yo que él nunca supo de ella, en donde el escritor decía que lo más importante que le había ocurrido a la poesía colombiana era que hubieran designado a Juan Sánchez Peláez agregado cultural de la Embajada de Venezuela en Colombia...Cada vez escribía con más síntesis, con menos palabras".

El coloquio comenzó por hablar de su escritura. El primer poema que leyó fue Profundidad del amor. 


Y tendrías que haberlo escuchado recitar el que está dedicado a ti, Malena. Nunca sentí tanto amor en la entonación, tan bien cuidada la pronunciación y el ritmo. 

"Juan era un hombre muy contradictorio. Era una lengua totalmente libre. Juan decía (y Alberto cambia el tono de su voz, como si fuera el amigo quien habla) 'Uno tiene siempre que estar detrás del espíritu, Alberto". También le decía que para ser un poeta hay que cultivarse, y así despojarse de los estereotipos. "La verdadera conquista del ser es ir quitándose cosas, despojarse. El convertía su debilidad en una fuerza".

Se dice que Sánchez Peláez fue el primer poeta urbano del país. "No teníamos literatura urbana porque no teníamos ciudad", enfatiza.

No podría resumirte todo, Malena, pero me encantó saber que él se refería a pequeños saltos esquizofrénicos, cuando quería pasar de un tema a otro.

"Siempre ponía la vida en una dimensión diferente para deslastrarse del pensamiento convencional y ver el mundo con mirada inocente, con transparencia verdadera, sin juicio moral sobre las cosas".

Mientras Alberto hablaba, me hizo pensar en la cantidad de poetas que han surgido en Venezuela, tantos que pocos conocemos, a quienes no le hemos hecho un justo reconocimiento. 

Este encuentro también tuvo sus anécdotas para hacernos reír, como aquella vez que lo llamó por teléfono  y le dijo:

-¿Tú me puedes sacar del hospital?
-Pero, Juan, tú debes quedarte en el hospital para que te recuperes...
- No te estoy pidiendo consejo, te estoy preguntando si me puedes hacer el favor de sacarme de aquí.
Y él llegó a cumplir con el amigo, para convencer a un camillero que lo ayudara a trasladarlo hasta el carro donde tú lo esperabas para emprender la huida.

O cuando robaron su casa y él te decía "Malena, mis poemas, se robaron mis poemas, los dejé sobre la mesa".

Juan Sánchez Peláez, el hombre con un gran sentido de lo femenino, admirador de todas las mujeres, el gran traductor de Mark Strand, tu compañero de vida, el diplomático, quien en su cabecera tenía un libro de Herman Hesse, también le dijo en el 2001 una terrible sentencia a Alberto: "Este país se va a volver un pequeño país, lleno de pobreza, tú lo vas a ver, y no lo vamos a superar porque tendremos primero que superarnos moralmente".

Si esto no es un retrato a un amigo, ¿dime qué otro nombre puede llevar? 

Hace un par de años escribí sobre Juan Sánchez Peláez a través de tu voz. Ahora lo hago a través del amigo, y de qué manera cobra vida en nosotros.

"Juan tenía mucho miedo de morir. un día me dijo que había algo que le preocupaba mucho. Qué es, Juan, le pregunté. y me dijo: ¿Cuánto tiempo vamos a estar muertos?".

1 comentario:

  1. Querida Inger:
    Cinco meses han pasado desde "Carta a Malena", este exquisito relato de un encuentro donde las palabras de Alberto me hacen revivir cada episodio (como si Juan estuviera aquí al lado mío) y reconocerlo como el que mejor supo descubrir sus profundidades.

    Me duele no haber estado con ustedes, recorriendo los pasos y poemas de Juan y la felicidad de unos años entrañables en Venezuela, lo más grande que me ocurrió en la vida. Gracias, Inger, con un gran abrazo que espero poder darte si las cosas que están pasando por allá me lo permiten. Entonces te contaré porqué pude pasar cinco meses en silencio: la vida en Buenos Aires me tironea para muchos lados, pero nada venezolano me es ajeno y requiere un estado anímico especial que me lleve en cuerpo y alma a mi país más amado y a su gente querida.
    Malena

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