martes, 2 de abril de 2013

Un día, dos temas, una sola historia


Veo en las noticias que el 2 de abril es el Día de la Literatura Infantil, pero además es el Día Mundial sobre la Conciencia del Autismo. Inmediatamente me viene a la mente un libro que me prestó mi amigo Luis Bellorín. Se llama El curioso incidente del perro a la medianoche, escrito por Mark Haddon. ¿Por qué lo recuerdo? Porque me pareció una buena novela de suspenso, detectivesca, y que perfectamente encajaba en un público juvenil, pero además, porque su personaje principal  tiene el Síndrome de Asperger, y es además el narrador de la novela. Los dos temas del día de hoy.

La historia, escrita como un diario, nos permite desde la ficción entrar en la mente de un chico sumamente inteligente, con una lógica envidiable (excelente dominio de las matemáticas), pero con evidentes problemas de comunicación. No les recomiendo que vayan a Wikipedia a buscar la síntesis de esta novela. Es mejor leerla y decantar las claves que se suceden capítulo a capítulo. En todo caso, sin anticipar desenlaces, la trama se desarrolla cuando el perro de una vecina aparece muerto atravesado por horquillas de jardín, en el patio de su casa. Como  los vecinos sospechan de Christopher, él se dedica a investigar los hechos para limpiar su nombre, y mientras reúne sus pistas, nuevas revelaciones cambiarán su vida y le demostrarán cuán lejos es capaz de llegar.

La novela es realmente inspiradora. Por tres años consecutivos recibió diversos premios: Libro del Año Withbread (2003), Mejor primer libro en el premio para escritores de la Commonwealth (2004), y Mejor Primer Libro para jóvenes lectores (2005).

La mejor lectura

Que un adulto lea libros escrito para jóvenes y niños es realmente refrescante. Así también recorrí las páginas de  El Mundo de Sofía, de Jostein Gaarder. Una manera muy particular de introducir la filosofía a temprana edad.

Y así como existen estas historias, también hay que reconocer que la gama de libros infantiles existentes y sus autores nos muestran que muchas veces la realidad fantástica y maravillosa que se dibuja en lindos colores, muestra un entramado de sórdida realidad. Lejos de cuestionarlos, agradezco haberlos leido en mi niñez. 

Desde los más crueles  cuentos recopilados en la obra de Hans Christian Andersen (El traje nuevo del Emperador, uno de mis favoritos y menos crudo. La versión original de La sirenita sí que era una historia fuerte); Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carrol  (y habría que conocer la vida entre escritor y su musa), y hasta incluso Los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, de Antonio Arraiz. Por cierto, con estos últimos siempre pensé que sus páginas dibujaban  nuestra idiosincrasia y los niños las leíamos como grandes proezas: vencer por la fuerza y el poder del miedo (el tigre) o vencer por la astucia picaresca (el conejo)…pero ya de esa trama ha escrito muy bien Axel Capriles.

La crianza de mis hijos fue la oportunidad para divertirme a mis anchas con la literatura infantil. Tuve la oportunidad de conocer la pluma de la maravillosa Verónica Uribe, a quien pude conocer en su casa, en Santiago de Chile, por un simple azar (y estuve a punto de no conocerla) y autora de dos encantadores libros: Diego y los limones mágicos, y Diego y el barco pirata.

Disfrutaba con mis niños, haciendo sonidos especiales con la rima que sus páginas ofrecían. Estando en Chile por un evento de la Cepal, mi compañero de viaje me informa que tendríamos una cena con una amiga de él, a quien conoció en el Banco del Libro. Llegada la hora de salir, me excusé, porque no me sentía bien. Pero minutos después cambié de opinión y lo llamé para que me esperara. Al llegar a su casa, había un ventanal desde donde vi venir a la anfitriona bajando unas escaleras para abrir la puerta. Era la representación exacta en carne y hueso de la abuela del Diego ilustrada en sus cuentos. “¡No me digas que la cena es con Verónica Uribe!”, no cabía en mi asombro. Y ella, al final de la velada, me regaló otro de sus cuentos, El mosquito Zumbador.  Creo que se sorprendió de que yo dijera de memoria versos completos de su autoría.

Igualmente el escritor británico Anthony Browne cautivó mi interés en la literatura infantil, toda su serie con el chimpancé Willy (mis hijos siempre me pedían que repitiera con mi voz afectada el dialogo entre Willy y Millie, en Willy, el tímido: “Oh, Willy/ Qué Milly/Eres mi héroe, Willy/Oh, Millie”,  o sus hermosamente dibujadas anécdotas de gorilas, El trabajo en colaboración de El libro de los cerdos; dos hermanos "rivales" que se unen ante la adversidad en El túnel, y las distintas miradas de un mismo momento, o una historia de  percepciones en Voces en el parque, son tramas que merecen el tiempo de verlas y narrarlas.

El árbol generoso, de Shel Silverstein, es otra lectura que recomiendo. Un libro dibujado con líneas sencillas, en blanco y negro, que cuenta la relación entre un niño y un árbol, un trayecto de vida juntos, y la bondad de la naturaleza.

Para los bebés, las coloridas presentaciones tactiles del ilustrador japonés Taro Gomi, tengo especial inclinación por uno de fondo negro. Se llama Mira lo que tengo.

Una lectura siempre será vehículo de comunicación eterna, y alas para la imaginación. En esta fecha no puedo dejar de pensar en Vicente, un niño con síndrome de Asperger, con el que siento que establecí comunicación a través de las orcas, su tema predilecto. Un día, le mostré mi poema Guillermo de tierra, Cacao de mar, intentando descifrar si le gustaba, si le aburría, si la historia podía funcionar hasta que él conociera el final. Esperaba que en cualquier momento se levantaría y se iría sin decir nada. En esa rima no había orcas, ni tiburones. Entonces, él interrumpía a cada instante preguntando por su mascota preferida. Recuerdo improvisar un verso mientras Vicente dibujaba peces y ballenas en los espacios en blanco. Y yo sentí, que así, esa historia (que podría ser un retrato añejo de este día) estaba completa.

1 comentario:

  1. A falta de El Principito, es interesante leer este artículo

    http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/El-Principito-cumplio-70-anos_0_894510754.html

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