Una vitrina cerrada, a mano derecha de la sala de lectura, guarda
ejemplares de los poemarios de algunos selectos poetas del país. A la mitad de
todos ellos, un libro abierto de Rafael Cadenas, con una dedicatoria: “A la
inverosímil Poeteca, que siempre tendrá mi mano tendida”.
Vencimientos, de Juan
Liscano; ¿Y si el amor no llega?, de Igor
Barreto; El solitario viento de las hojas,
de Vicente Gerbasi; Obra elegida , de
Alfredo Chacón; Trópico absoluto, de
Eugenio Montejo; Filiación oscura, de
Juan Sánchez Peláez, y Los cuadernos del destierro, también de
Cadenas, son los otros libros resguardados en ese piso de la estantería.
Foto cortesía de Blanca Elena Pantin |
En la sala, un espacio de aproximadamente 40 metros, se encuentra sentado con toda su humildad, cercano a un estante, al poeta Cadenas, abstraído en su lectura (debo aclarar que, desconocía, al momento de escribir esta nota, la grata noticia del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana recién otorgado al autor de En torno a Basho y otros asuntos, su más reciente libro), cada cierto tiempo, alguno de los presentes le toma fotos, sin interrumpir su lectura.
Rafael Cadenas no es el único que apuesta por este solaz para la
lírica. Los primeros en darle cuerpo a esta iniciativa fueron Alfredo Chacón,
Igor Barreto, Blanca Elena Pantin, Yolanda Pantin y Gabriela Rosas, quienes
mucho antes de pensar que una iniciativa como ésta podía ser cristalizada,
fueron desprendiéndose de parte de sus propios libros, en la necesidad de legar a otros las páginas que fueron sus
referentes. Así llegaban a manos de Marlo Ovalles, un emprendedor poeta que lleva adelante Team Poetero desde 2011 y
promueve junto con AutoresVzlanos (Tibisay Guerra) el Concurso Nacional de
Poesía Joven Rafael Cadenas.
Este desprendimiento generoso de los poetas venezolanos permitió
que la colección de la Poeteca alcance más de 3.000 libros de poesía a
disposición del público, con cinco estantes, dos revisteros, cuya cuenta va a
seguir incrementándose en los registros de quien estará al frente del proyecto:
el poeta, escritor, librero y profesor universitario, Ricardo Ramírez Requena.
El día de la inauguración se podría decir que estuvieron
prácticamente todos los poetas de la ciudad. Pero no se trata de nombrarlos,
porque no son sus firmas lo que contaba ese día, sino el jolgorio y la unidad
por un espacio que demuestra que este país tiene una gran fuerza en los versos.
Desde el sótano de la Torre Uno en Las Mercedes, se
abre un gran horizonte para las letras con un proyecto final como destino: la creación de un Diplomado en poesía, para
lo cual se requiere del apoyo de universidades nacionales, e incluso de otros
países. La Poeteca será como el paraguas que arrope a Team Poetero
y al Concurso Nacional de Poesía Joven. Su promotor, Marlo Ovalles no renuncia
a soñar y menos a hacer todo lo que esté a su alcance.
Entre libros te veas
En sus palabras al inaugurar La Poeteca, Ricardo Ramírez Requena,
señaló que “ésta es una oportunidad de disfrutar
de una experiencia extraordinaria, como es ver el crecimiento exponencial de
una biblioteca”. Le acompañarán en esta tarea Marianela Contreras y Andrea
Nolasco.
En conversación posterior, Ramírez Requena revela una confesión
que podría resultar fácil de adivinar: “Yo sufro de bibliofilia”.
La Poeteca abrió sus puertas al público el lunes 7 de mayo, y
refiere Ricardo Ramírez que en lo que va de semana se han recibido 100 libros
adicionales en donaciones y existen promesas por otros 1.000 libros. “Las tengo
detenidas porque estoy esperando recibir los estantes para que puedan estar a
disposición, lo más estable posible”, anuncia. Ya en mente está la
posibilidad de que la sala de lectura no sea sólo una, sino que tal vez las
oficinas aledañas también se utilicen para el mismo fin, creando espacios
particulares.
Son jóvenes los principales visitantes al lugar. “La idea es que la gente venga y pueda sentarse a leer libros que están agotados o que son difíciles de adquirir”.
Son jóvenes los principales visitantes al lugar. “La idea es que la gente venga y pueda sentarse a leer libros que están agotados o que son difíciles de adquirir”.
Por citar algunos ejemplos,
hay obras completas de poetas de distintas latitudes, no sólo venezolanos. ¿Los nombres
de Raúl Zurita (Chile), Alejandra Pizarnik (Argentina), Czesław
Miłosz (Polonia) le resultan familiares? Pues allí tendrá gran parte de su obra
a la disposición, como el de otros tantos escritores.
Pronto se sumarán nuevos estantes para la investigación, con temas
relacionados con filosofía de la poesía, discursos de poetas, biografías… Esta
promesa es como una isla que nos recoge
en el naufragio del país.
-- Dicen
que los poetas son seres peligrosos,- le comento a Ricardo.
-- El peligro del poeta es que va a contracorriente de su propio
tiempo. El poeta trabaja con el pensamiento y las emociones, y siempre es un
contraste con el poder. Los poetas no son seres perfectos, ni santos. El hecho
de ser poetas no es garantía de “buenitud”, son personas con un talento
específico. En cambio la poesía, sobre
lo que el poeta no tiene completo control, es un idioma, es el misterio… Es en el
hecho poético en sí mismo donde radica su peligrosidad.
La inauguración de La Poeteca fue también una tarde para celebrar
con vino, tal como lo dijo la periodista Adriana Gibbs: “Disfrutar del vino es un acto de sabiduría.
Apreciar lo bueno, es una manera de vivir que se cultiva. Ahora bien, sin
lecturas, historia, música, arte y geografía, el vino es solo uva fermentada.
Catar es una forma de ver las civilizaciones, de leer el gusto y de saborear el
placer de la vida. Y entre las tantas armonías posibles con el vino está la
poesía”.
Fotos de la inauguración
Igor Barreto, Jaqueline Goldberg, Katina Henríquez, Gabriela Rosas, Rafael Cadenas, Tibisay Guerra, Flavia Pesci |
En esta foto, una buena representación del taller "Las Ventanas más altas", que dirige Igor Barreto: Yolanda Díaz, Kira Kariakin, Flavia y Mariela Ramírez. |
El poeta Alfredo Chacón, me atrevo a decir que es quien consolidó este proyecto con sus donaciones. |
Una belleza, un lugar que siempre había soñado y jamás pensé tener, mucho menos aquí y ahora. La Poeteca es un oasis en medio de esta aridez, este roto desierto en que han transformado Venezuela. Apostar por ella es también apostar, creer y proteger lo que hay de bueno en el país.
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