miércoles, 10 de septiembre de 2014

Sabores que se cotizan alto

Si algo heredó el país, y la ciudad de Caracas en particular, de la inmigración proveniente de todos los continentes fue la diversidad culinaria que nos acerca a diferentes culturas. Y sin entrar en todos los detalles, pues cada país podría merecer una nota aparte, esta entrada está dedicada a uno de esos platos que se pueden degustar en Caracas con la certeza de que nos traslada al Magreb.

El couscous tiene una preparación que parece laboriosa, generalmente servida en vasijas artesanales de barro que ya es un gusto observarlas.

Es posible que haya otros restaurantes marroquíes que tengan como oferta principal el couscous. Yo sólo lo he probado en Le St. Tropez, un pequeño lugar especializado en cocina marroquí con un toque francés. Sólo los viernes y los sábados, son los días exclusivos para brillar en la pizarra del menú. Se debe hacer reserva, pues su fama es conocida entre los comensales.

Yo tuve suerte. Me arriesgué a ir un lunes. Aún se conservaba un poco de la cocción, que estoy segura de que por su reposo podía resultar más sabrosa. Les confieso que no fue algo premeditado, no sabía que "la joya de la corona" se sentaba en esas diminutas mesas circulares del café sólo dos días a la semana. Busqué en el menú, no aparecía. Me arriesgué a preguntar: ¿Tienen couscous con Cordero?,  la chica me respondió, corrigiéndome, sí hay cordero en couscous.

El couscous, es el plato nacional de Marruecos, Túnez y Argelia. Una rápida búsqueda en internet nos explica que los franceses lo descubrieron durante la conquista de Argelia, en la época de Carlos X. La primera referencia a esta receta se encuentra en el "Libro de la cocina del Magreb y Al-Andalus", que data del siglo XIII. "Apareció en Turquía en el siglo XVI y se abrió paso a través de Oriente Medio, para finalmente llegar a los países occidentales. En origen, se utilizaban granos de cebada o mijo para elaborarlo, pero hoy en día en los países occidentales, la sémola de trigo es la más utilizada", indican la mayoría de las páginas web que se ponen a disposición del buscador de Google.

Me senté a esperar el manjar, que no es nada económico, pero el antojo lo vale. Primero me sirvieron una entrada con berenjenas asadas, crema de garbanzo, ahuyama cocida en cuadritos y remolacha. Cuatro nortes que untados con el pan de pita ayudaron a abrir el apetito por el manjar esperado, que no tardó en llegar.

En la primera impresión, el couscous no se ve, arropado por el cordero, los garbanzos, la zanahoria, las coles de Bruselas, la ahuyama, calabacines y la chayota...El caldo espera en su propio envase a ser vertido sobre toda la mixtura.

Disfruté de cada bocado. Los otros comensales preguntaban por el mismo plato. pero era el único... Fue un golpe de suerte, no siempre queda para el día después.

Foto tomada a baja resolución con un celular
Aquí les dejo una foto de ese momento, con los sabores árabes intactos en una ciudad que acogió a tantos viajeros que alguna vez vieron en estas tierras la oportunidad de vivir y progresar. Nos quedaron sus sabores, esperemos que esta herencia se mantenga.


Le St. Tropez, está ubicado en La Florida, en una esquina de difícil conexión, con poco espacio para estacionar. Como tiene el diseño de un café parisino, sus mesas alcanzan para cuatro acompañantes bien juntos, pero es preferible dos personas por mesa. Creo que el espacio se reduce a diez mesas o menos. El precio de este plato (actualizado para la fecha de publicación de esta nota: Bs.750...No fue lo que pagué yo, por cierto, lo que lo convierte en casi un lujo, o un gusto culposo)




Inspiraciones sobre el couscous

En el año 2007 se rodó en Francia un largometraje que se llamó La graine et le mulet, que en español se tradujo como La gran cena y en algunos países como Cuscús, o Cous cous. Dirigida por Abdel Kechiche y merecedora de 18 premios internacionales, además de otro tanto de nominaciones. Destacó con el Gran premio del Jurado en el Festival de Venecia (2007) y  arrasó con los premios César en 2008 (de la academia de cine francesa).

Trata de la vida de un inmigrante tunecino que al perder su trabajo a sus 60 años, es impulsado por su hijastra a emprender un proyecto de un restaurant en un barco abandonado y prácticamente derruido. Su ex esposa es una gran cocinera del couscous, razón fundamental para ofrecer una alternativa culinaria que pone a los demás empresarios a la expectativa de un proyecto que se muestra con una gran humildad, pero que no deja de crear recelos. Los amigos le brindan su apoyo, y las dos familias enfrentadas deben lidiar con ese gran día de la inauguración. La adversidad parte de las diferencias filiares, pero el desenlace no merece ser contado.

1 comentario:

  1. Escribes super grato y fresco, me gusta tu Blog, Sigue compartiendo las cosas que te gustan porque haces que a una le gusten más.

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