Publicado en Facebook el 6 de marzo de 2012
Estaba
desesperada por la oscuridad solitaria, silente y tenebrosa de las calles de
Las Acacias. Buscábamos un lugar, otras veces visitado, pero que por falta de
costumbre, siempre se nos perdía del mapa. A punto de tirar la toalla,
apostamos por el último intento. Finalmente, llegaban las pistas de un
GPS del inconsciente: El árbol de tronco grueso, el abasto pasando la
esquina, la reja azul sin señas, pero reconocible, rodeada de unos
cuantos carros estacionados en señal de presencia grupal.
En un
instante, pasamos de la tensión al entusiasmo. Hugo y yo nos
encontrábamos en la inauguración de la colectiva de fotografía que la Organización Nelson Garrido (ONG) realizó en homenaje a Bárbara Brändli,
“La memoria del olvido”.
El nombre de
Brändli era hasta entonces desconocido para mí, neófita como soy de las artes
visuales. Pero del grupo de fotógrafos venezolanos reunidos en esa colectiva, si tenía referentes, aunque fuera la primera vez que veía las fotos que conforman la
Colección de la ONG: Luis Brito, Ricardo Armas, Carlos Germán Rojas, Torito, Cristian
Belpaire, Ricardo Jiménez, Roberto Fontana, Antolín Sanchez y Peter
Maxim.
Donde la
cultura es libre
Montar esta exposición fue casi una epifanía cuando, Nelson Garrido y su hija Gala, se encontraban en
una charla magistral sobre la fotografía venezolana. En la transición de
cada diapositiva, la voz de su padre confirmando la existencia en físico de
esas imágenes en su colección de fotografía venezolana sólo terminaba por
concluir en una determinación. “Tenemos material suficiente para la
primera exposición de 2012”.
La muestra
ofrece una variedad tan amplia como las personalidades de los autores.
Geografías, retratos históricos, personajes que recorren
arquitecturas, fauna y paisajes venezolanos. En el piso superior de la
casa aguardan, como para sellar el pacto con la luz y las sombras, 10
fotografías de Bárbara Brändli. Al mismo tiempo, en la Biblioteca
de la ONG descansan sobre la mesa, esperando a quien abra sus hojas, los libros
de la misma autora, con el recorrido de sus experiencias.
Esta mujer
de nacionalidad sueca, se dedicó a retratar a las comunidades yanomamis y otras
etnias del Amazonas. Un dato curioso, mientras la ONG preparaba la
exposición, una triste noticia sorprendió a los Garrido: el 27 de diciembre de 2011, fallecía esta mujer a la edad de 88 años. Sus cenizas fueron esparcidas
en la tierra que nunca quiso dejar, Mucuchíes, estado Mérida.
Cuando
comenzó a anunciarse la exposición, el restaurador y digitalizador de la obra
de Brändli, Eduardo Castro, se enteró por radio del proyecto de la colectiva.
Se puso en contacto con los organizadores y se ofreció para presentar, ya
montadas, las 10 piezas que impactan en su sobriedad y talento, bajo el nombre
"Vestidos de sol".
Fue así como
la ONG reunió a tantos historiadores de imágenes y transformó la oscuridad de
una ciudad en luz del blanco y negro perpetuo, bajo una noche que ya nunca más
me pareció lúgubre sino de una hermosa luna llena.
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