Primer tiempo: En escenario
Entran los músicos en silencio, toman sus instrumentos. De una vez
comienza el primer tema, luce la guitarra. En el segundo tema brilla la
percusión. Tercer tema, destaca el contrabajo. Llega la pausa para las
presentaciones. Habla el guitarrista. “la primera canción es de un excelente
compositor que se llama Aquiles Báez”… Siempre es así, y siempre el público ríe
con sus ocurrencias. Sus eternos compañeros de banda, Adolfo Herrera y Roberto
Koch.
|
Fotos del evento cortesía de Guataca Producciones/Andrea Báez |
|
Llama a su primera invitada, Constanza Liz, y la voz se mezcla con las
cuerdas sin palabras, destaca un ritmo brasilero, y luego otra canción. Cada
uno de sus artistas acompañantes ejecutan dos temas. No recuerdo si este es
orden, pero la memoria es engañosa, así que me arriesgo a decir que vino luego
el saxofonista Héctor Hernández. Lo que tiene en juventud no alcanza para lo
que tiene de talento. Báez siempre se desprende en elogios para sus invitados,
así también lo hace con la siguiente voz, Sibyl González, dulce y melodiosa. Luego
llama a escenario a Fabby Olano, una luz de sonidos, y además tiene el
privilegio de ser la única compositora con tema propio en ese concierto. Todas
las voces le acompañan cuando canta Y Saluda
el tiempo. Y Linda Briceño, chiquitica y de voz gruesa, gran trompetista.
Aquiles Báez siempre ha tenido esta condición humilde, es uno más entre
sus músicos. Al fin y al cabo, la gran estrella es la música.
Este concierto me sorprende con temas novedosos, uno de ellos, Zayin, está dedicado a Anat Cohén, quien
lo ha acompañado en varias oportunidades. Zayin es la séptima letra del
alfabeto hebreo, pero igualmente se
encuentra en otros alfabetos, lo cual demuestra un vínculo mágico con otras
culturas.
Al final, están todos los músicos en el escenario. A mis hermanos es un tema que nunca ha dejado de faltar en sus
presentaciones. Imposible. Pero esta vez la pieza viene acariciada con las
voces de estas cantantes, tarareos en armonía que si ya de por si la melodía es
sublime, la multiplica.
La canción de cierre, deja a los asistentes en un solo aplauso, o en un
suspenso. Creo que es la primera vez que la toca en público. Pero es tan
contundente que no hace falta un bis. Fue una noche de sonidos que ya nos
fueron dados.
Segundo tiempo: La
voz
|
Foto: Inger Pedreáñez |
Llega levemente demorado, se disculpa,
“la verdad es que me quedé dormido”. Lo entiendo, el calor de la tarde
casi que me deja a mi también en brazos de Morfeo. “No te imaginas cómo queda uno agotado
después de un concierto, y además tenía el cansancio acumulado de otro concierto la noche anterior...”. La siesta lo encontró chequeando la grabación del evento del viernes 5 de abril.
-Voy a comenzar con
una pregunta que no sé cómo la vas a tomar. Recuerdo que una vez le escuché a
un músico decir que el público tiene como un inconsciente musical que le
permite anticipar lo que viene en una melodía, trata de adivinar la nota siguiente. Pero en tu caso, el sonido es inesperado. ¿Muchos bemoles o sostenidos?
(Se ríe). Estamos acostumbrados a líneas rectas, cuando alguien te sale
con curvas, y te saca de esa horizontalidad te desconciertas.
-¿Y eso es lo que
buscas, el desconcierto?
No sé si eso es lo que busco, trato cada vez más hacer la música que siento. Quizás el
mundo interior mío es complejo y por eso sale esa música compleja. Uno va
planteando un camino, pero no el directo, que es el lugar común. Me parece
importante salir de ese lugar común.
- No es un recurso.
Cuando tú haces cosas rebuscadas por ser rebuscado, suena rebuscado.
Este es un planteamiento similar cuando
piensas en la palabra. Cuando lees a
Cortázar, por ejemplo, él te sorprende en cada frase y no es rebuscado.
Imagínate, Rayuela, un libro que puedes leer de atrás para adelante, puedes
empezar en cualquier capítulo sin perder el hilo conductor de la novela.
- Es como
divertirse con las notas, pero además tiene algo de geometría, bueno, más bien
la música es matemática.
La música tiene una base matemática que es fundamental y el músico como
tal tiene que ser un gran intelectual y tiene que proponer ideas, por un lado.
Pero por otro lado, cuando la música se aleja de la emoción, va hacia un lugar
que es demasiado cómodo, que es casi vacío. Y hay mucha música que es muy
cerebral que carece de emoción. Cómo hacer un balance entre la emoción y el
cerebro es complejo, pero es fundamental.
- ¿Cómo compones?
Tengo varias formas de componer, no es una sola, tengo algo más
empírico, algo que es…
-…¿Como si te lo
soplaran al oído? (interrumpo)
Exacto…Y tengo una forma de trabajar un poco más formal, de estructura
de pensamiento que uno estudia y llega a ese lugar producto de la preparación.
Es bien arrecho, porque esa preparación salta a la parte empírica también. Lo
académico comienza a formar parte del empirismo. Es como cuando tienes un
recurso de vocabulario y la palabra empieza a formar parte de esa dinámica
natural del lenguaje.
-Cuéntame un poco
de esa búsqueda que hiciste para componer la canción Zayin, dedicada a Anat Cohen, que está relacionada con la séptima
letra del alfabeto hebreo.
Hay un ritmo árabe, hebreo, de toda esa zona, que es un siete por ocho,
suena así (golpeando en la mesa) tacatá ta ca tácata ta ca tátaca taca tá. Yo he tocado mucha música judía, he
tocado con uno de los más famosos músicos judíos que se llama Giora Feidman, con él aprendí mucho de la
música judía, manejé muchos ritmos. Esta pieza la hice en ese formato, en siete,
para Anat. Empecé una voladera más intelectual, ¿qué puedo hacer en siete?, y
busqué el significado del siete en hebreo. Y me pareció muy bonito tomar la
letra del alfabeto hebreo, zayin, y me puse a jugar con ese siete a nivel de
creación.
Es como hacer un verso en décima, y escribes un poema de diez versos,
hice una estructura en siete, empecé a tomar fórmulas que fueran en compases de
siete, lo normal son doce y dieciséis, cuando haces patrones con siete compases
es como raro, después las melodías son puros siete, catorce y veintiuno, una
escala tiene muchos sonidos, es cómo llegar a siete sonidos en una escala, y a
veces usaba catorce sonidos, doce escalas de catorce notas. Me metí una lumpia
loca ahí. Pero lo interesante es que suena orgánica, como cuando tu oyes una
fuga de Bach, es un ejercicio matemático impresionante y suena orgánico,
matemática perfecta.
- ¿Cuando te
refieres a orgánico, quieres decir que suena natural?
Suena natural, ahí es donde tú vas. Hay músicos que se ponen a tocar
cosas muy complicadas que no suenan natural.
-J.S. Bach fue un
músico incomprendido en su época…
-Yo creo que yo tampoco soy comprendido…Y más aún en esta época de tanto
vacío. Estamos viviendo una época muy vacía.
-¿Espiritualmente?
Hay mucho vacío en el ambiente a nivel espiritual.
-¿ Ese vacío lo has
observado en Venezuela como en otras partes del mundo?
Cada lugar es diferente, por ejemplo, la media de Estados Unidos es muy
inculta. Acá, el venezolano medio es más culto. La televisión latina en Estados
Unidos es horrible, acá la televisión también ha hecho mucho daño a las
tradiciones.
- Y sientes que no
eres entendido.
Últimamente soy respetado. Ha
sido duro conseguir ese puesto. No siempre me han respetado, quizás por mi
forma de ser, irreverente. La gente que
maneja los espacios culturales siempre me ha tomado como un anárquico, como un
loquito…Una vez, yo estaba almorzando con un grupo de artistas y una persona de
mucho poder de la cultura, de las que dicen lo que es bueno y lo que es malo,
me dice: “La verdad es que yo no entiendo
a los músicos, porque ellos dicen que lo que tú haces es maravilloso, y a mí me
parece que esa música que tú haces es horrible”. Entonces yo le dije, lo
que pasa es que yo hago música para gente inteligente…
Pero creo que no he perdido mi sencillez. Me considero alguien accesible, no se me ha subido la cosa
de maestro de ver a todo el mundo por encima, eso me parece patético. Luego no
ando en líneas de poses.
-¿Y cómo has
trabajado el ego?, porque el ego es tentador.
Todos tenemos ego y yo creo que tengo un ego grande, la cosa es que
busco controlarlo a través de la espiritualidad, primero uno debe darse cuenta
de que siempre va a haber algo superior a ti. Por ejemplo, Nueva York es una ciudad que te llama mucho a
bajar ese nivel de ego, porque la competencia es dura y muy grande. Aquí
estamos en pañales en cuanto a competencia. Yo recuerdo que trabajé con una
coreógrafa que se llama Margo Sappington, y me dijo que lo bueno de Nueva York
es que tú nunca vas a ser más grande que la ciudad.
- Y viviendo en NY,
¿cómo te sentías siendo latino?
Yo creo que comencé a ser parte de un universo subterráneo que tiene la
ciudad. Son una suerte de guetos en donde, por un lado, está la música de
calidad y por otro lado, la cultura latinoamericana. Las dos cosas. Empecé a andar en el mundo de los jazzistas y
la gente que hace música latinoamericana, que es impresionante. Hay distintos
espacios muy diversos y multiculturales y uno empieza a formar parte de un
mundo que te ayuda a aprender de la cultura, pero no dejas de ser un numerito
de la seguridad social. Al final es una ciudad impersonal y Nueva York te hace
un ser solitario. Uno viene acá y hay un cariño de la gente, a pesar de todo,
aquí hay una espontaneidad que creo que en los países de primer mundo se ha
perdido.
-Pero el tema que
hiciste de Venezuela y volviendo a la complejidad, es…(suspiro).
Esa pieza la incorporé en un disco que aún no ha salido que se llama El
Cantado. Espero que salga
pronto, son puras composiciones mías con 20 cantantes diferentes. Mi amiga
Lucía Pulido que es colombiana, cuando escuchó ese tema dijo: “esto es
Colombia, es México, es Argentina, es Estados Unidos, es todo”. Hay como muchas
mentiras de la cual todos terminamos siendo cómplices.
La pieza dice:
Esta tierra necesita otra ilusión
|
Cortesía Guataca Producciones/Andrea Báez |
Un trasplante de emoción
Otra sentencia
Hoy sus hijos se pelean entre sí
Hoy su corazón está sangrando
Esta tierra olvidada
por pecados ignorados
que dejamos en silencio
sin nombrar
Allí todo es muy
complejo, pero muy real. Todos somos cómplices de muchas cosas, no hay un solo
lado. Del deterioro del país todos somos responsables, y no aceptamos eso. Pero es también una realidad que nos negamos
a ver. Esto va más allá de un pensamiento político. Yo creo que también es
necesario poner a reflexionar a la gente.
-¿Cuando sentiste
que tenías que hacer esa canción?
Eso fue como hace seis años, después de una de esas venidas a Venezuela,
y simplemente llegó. Porque eso es otra parte de lo que yo soy, mucha gente
cree que yo lo que hago es tocar guitarra y nada más. Yo soy un creador en todo
sentido de la palabra y para mi hacer
letras de canciones es importante. Cuando eres creador eres completo. Yo
siempre escribí poemas. A los 5 años estaba enamorado de una prima que me
llevaba 12 años y le escribía poemas, y yo decía que ella era mi novia.
-Por el lado de la
emotividad, yo tengo una conexión especial con la canción A mis hermanos, que no te puedo explicar en este momento…Escucharla
anoche con las voces fue muy sentido, impresionante, sorprendente, que no es lo
mismo…
Si, me gusta como suena. La voz para mí siempre ha tenido un efecto muy
especial, es el instrumento musical más cálido que hay.
- ¿Por qué tus
canciones no tienen letras?
Creo que eso son cosas circunstanciales. El instrumento que estudié es
la guitarra y es natural hacer cosas con la guitarra, pero yo siempre hice
canciones y tienen el elemento de la voz.
Para mí, la voz siempre es importante. Ha habido cualquier cantidad de
cantantes que he acompañado, y siempre lo hago. Cada vez trato de hacerlo
menos, pero no porque no me guste, sino porque a veces te encasillan como “guitarrista
de”. Me costó mucho sacarme el estigma de guitarrista de boleros. No lo soy. Yo
soy otra cosa, soy un músico.
…de jazz? Cómo te
definirías, ¿de música venezolana?
De música, en su amplio sentido, no me gusta andar con etiquetas y esas
etiquetas que te estigmatizan, que fastidian. Es importante hacer la música
desde lo que uno siente que es, desde esa energía tan contundente que es el hecho de crear y
que es muy cercana a lo que puede ser Dios, y que a veces no sabes ni de dónde
viene. Y de repente, plum, hiciste una creación. Por ejemplo, A mis
hermanos, que gusta a mucha gente,
no es una pieza fácil, pero suena fácil.
- Y quién puede
interpretar la música de Aquiles…Por ejemplo, C4 Trío tiene una versión de A mis hermanos.
Pero tu obra no es fácil de ejecutar.
A mis hermanos, ahorita la está
tocando un gentío, la están tocando en Japón, en Brasil, en España, en muchas
partes. Es la que más se ha difundido, y La
casa azul, es una pieza de guitarra que también se ha difundido mucho.
La música es, en principio, del creador. Tiene esa cualidad, es tuya.
Luego deja de ser tuya para ser del intérprete, la gente que expone esa música.
Yo he traido muchos músicos invitados a mis conciertos, que tocan conmigo,
Héctor es uno de ellos (el saxofonista de anoche)… y lo más contundente es
cuando eso pasa a formar parte de la gente. A mí me parece hermosísimo, por
ejemplo, que una pareja haya seleccionado
A mis hermanos como tema para
casarse. Llegas a ser parte de la gente…
-Cuando yo
escucho esa pieza, siento que la música
no entra a mis oídos, sino que viene desde dentro de mí, como una energía… ¿Tú
logras sentir eso del público cuando estás en el escenario?
Es muy arrecho, hacer eso sin
tener la palabra de por medio. Yo creo que dejé de componer canciones con
letras por mucho tiempo, porque quería lograr ese efecto de llegar sin necesidad
de la palabra, y era algo más universal.
-¿Le pondrías
letra a esa canción?
Para nada, ni a La casa azul…De
hecho yo tengo una pieza que se llama Sabrosito,
y le pusieron una letra que a mí me parece horrible…
- Has sido también
un profesor para muchos músicos.
Los C4 son alumnos míos. Hay mucha gente a quienes les he dado clase.
Eso ha sido parte de lo que yo soy, la formación es fundamental…(Cabe
mencionar que cuando Aquiles audicionó para estudiar en el Berklee College of Music, en Boston, Massachusetts, los profesores le
decían que él debía dar clases. “Yo no entendía lo que me decían”. Estudió sólo
dos semestres, porque “estaba aprendiendo lo que ya sabía, sólo que en otro
idioma”. En el Conservatorio de Nueva Inglaterra, en la misma ciudad también le pasó lo mismo, sólo hizo dos semestres, porque no encontraba un reto nuevo).
- Hemos hablado de
lo desagradable que son para ti las etiquetas, pero hay músicos emblemáticos de
los cuales me gustaría que hablaras:
Aldemaro Romero
Una referencia obligada. Uno es consecuencia de lo que ellos fueron.
Aldemaro fue amigo mío, y quise mucho al maestro, de hecho en el disco la
Platabanda, él escribió la presentación.
Alirio Díaz
Otro maestro que quise mucho. La otra vez me pasó algo muy bonito con
él, yo estaba tocando en Barquisimeto y él fue al concierto. Antes de que yo
terminara, el señor se ha montado en la tarima, y tomó el micrófono y dijo, “hoy
estoy escuchando una guitarra que yo no conocía”. Eso me pareció hermoso.
Henry Martínez
Una referencia obligada para quien haga canciones, no sólo en Venezuela,
sino en todo el mundo de habla hispana.
La poesía de Henry es impresionante, él es una generación anterior a mí, me
encanta tocarlo.
Otilio Galíndez
Es otro maestro.
Cecilia Todd
Grande, una de las primeras cantantes con las que yo toqué. Mi amiga.
Cecilia es amiga de mi mamá, así como Soledad Bravo que es como tía mía. Es
familia.
Ali Aguero
Un maestro, Lo que hizo con Los Cuñaos, lo que hizo como cuatrista, lo
marcó a uno como músico.
- Y de las nuevas
generaciones, quién podría ser un referente…
Hay muchos que tienen el potencial, pero todavía no veo el músico que
sea un referente obligado. Están en desarrollo, el tiempo y la constancia es lo
que te va a decir eso. No es solamente crear, sino ser consecuente con lo que
estás haciendo.
- ¿Qué te depara ahora como
productor, y lo que vienes realizando con Guataca Producciones?
Estoy construyendo un espacio, no es un trabajo fácil para nada, lo he
hecho con muy pocos recursos económicos, y no es nada lucrativo, pero creo que
es algo necesario. Deberían haber cosas más grandes a nivel de infraestructura,
de políticas culturales, a nivel privado, crear más espacios.
- ¿Cómo llegas a
encontrar a esos talentos?
Investigo, voy a verlos, a veces me llaman, yo los contacto. Me entero
por otros músicos… Hay un grupo que se llama Quintillo Ensamble y son
muy buenos, Héctor es de ese grupo… ¿Por qué no apoyar a esos chicos que vienen
después de uno?, ¿por qué no hacerles la vida más grata? O un camino más ligero
del que uno tuvo. Este camino no es nada fácil, ha sido muy duro, y sigue
siendo duro. Y uno continúa y cree que ha tomado cierta reputación… A pesar de
todo eso, yo creo que hace falta más respeto por lo que uno hace.
Inger Pedreáñez
|
Foto: Inger Pedreáñez |
NdR (1) Firmo,
aunque sea mi blog y suene redundante, porque debo hacer una confesión: Soy una gran admiradora
del trabajo de Aquiles Báez (su fan número 1, como siempre he dicho), y cuando le dije que él era una de esas personas que debía estar en este espacio, también le confesé que no me salían palabras
para describirlo, así que lo mejor era hacerle esta entrevista y me llena de orgullo. Me respondió de
inmediato que sí.
NdR (2): El
concierto del 5 de abril fue a beneficio de HUB Caracas, la recaudación en
taquilla se destinará para crear “el primer espacio comunitario de trabajo
colaborativo en nuestra ciudad, para albergar, conectar, formar, desarrollar e
impulsar, iniciativas y emprendimientos con impacto social”.
NdR (3) No mencioné a Soledad Bravo entre sus referentes, pero leo ahora un artículo escrito por Aquiles Báez que vale la pena compartirlo: "Mis recuerdos de la Soledad...Bravo"