martes, 5 de febrero de 2013

Un cuatro parroquiano

Antes de estudiar cuatro en la escuela de música Pedro Nolasco Colón, mi padre y mi madre solían llevar a casa los cuadernillos de A. Delpini, Aprenda a tocar cuatro. Lo primero que uno observaba eran las flechas que indicaban el movimiento de las manos: una abajo, dos arriba, una abajo, para tocar un vals; abajo, arriba, abajo, arriba, abajo para el merengue, y así sucesivamente. Luego, en la escuela de música, Orlando Gámez me enseñó que el vals no era tan rígido (como cuando tocan los militares que todo suena a marcha) y aprendí a visualizar el vals con dos flechas abajo y una arriba... En fin, todo era un movimiento de la mano sobre las cuerdas, que por cierto, alguna vez llegué a aborrecer, porque me salían ampollas en la piel cercana a la cutícula. Todavía hoy, cuando quiero tocar parrandas navideñas, me pongo tirro en los dedos, para evitar la sensibilidad en mis manos...

También recuerdo haber escuchado alguna vez a Rafael "Pollo" Brito explicar en el programa En la Matica  de Alí Aguero y Edgard Salazar, cómo se transforma el sonido del cuatro si uno abre la mano como un abanico, mientras la desciende por las cuerdas, o si se mantienen los dedos juntos cual destreza de pinza fina.

Pero ninguno de esos sonidos tienen semejanza con la adaptación e innovación del cuatro que han realizado muchos jóvenes que han participado de La Siembra del Cuatro o ya son conocidos por incursionar permanentemente en proyectos nuevos. Este es el caso de Edward Ramírez, quien el domingo 3 de febrero realizó un concierto de presentación y bautizo de su primer CD individual, Parroquia. Le acompañaron dos grandes de nuestra música, Carlos "Nené" Quintero, en la percusión, y Roberto Koch, en el bajo. También asisten como artistas invitados Manuel Rangel, en las maracas, y Gustavo Medina, en la guitarra eléctrica.

El cuatro de Edward Ramírez, integrante fundador de Kapicúa, propulsor de la Movida Acústica Urbana, y miembro de C4 Trío, nada tiene que ver con esos charrasqueados que popularizaron el instrumento nacional. Las cuerdas del cuatro en las manos de este joven músico, tienen cada una su propia personalidad en esa pequeña orquesta de sonidos, tintineantes, aunque suene a vals, merenque, joropo tuyero, balada, jota carupanera, onda nueva o blues. Si la guitarra granea entre sus seis cuerdas las notas, ¿porqué el cuatro no podría hacerlo? Es una interrogante que ya hace mucho tiempo dejó de hacerse, en el mundo de las posibilidades artísticas.

El disco tiene nueve temas, todos de su autoría.  Curiosamente, la composición que lleva el nombre del disco no fue incluido en la grabación por un olvido...  Así como existen libros raros (por su antigüedad y particular edición) piezas raras en numismática y estampillas (por errores de impresión que omiten algo, o lo colocan a la inversa), también podría decirse que éste será un disco raro, por la ausencia del tema principal. Podría ser que este hecho le imprima un valor adicional a su primer proyecto individual. Pero antes de despertar sospechas, advierte a su público que la canción puede descargarse en forma gratuita desde su página web: www.edward4ramirez.com.

Es algo que podría considerarse de buen augurio, como si todos pasáramos por esa calle virtual de su música, pulsamos con los cinco dedos, como los chicos solían hacerlo con sus propias manos cuando se saludaban "Epa, Parroquia", y así seguimos, caminando por esta ciudad...

Experimentos

Hace mucho tiempo que el cuatro dejó de ser un instrumento sólo para esferas populares. Agrupaciones como C4 trío (de donde proviene Edward también) le han llevado a escenarios de orquestas sinfónicas e incluso ser acompañantes en la música de artistas internacionales.

El cuatro también grita en su clavija tiempos de cambios, y es así como algunos músicos han comenzado a innovar en su confección. La primera vez que escuché de un cuatro eléctrico fue con el bautizo del disco de Carlos Capacho, otro magnífico cuatrista. Una vez más, descubro nuevos sonidos experimentales en el debut de un segundo cuatro que presenta Edward Ramírez, elaborado por el luthier Rafael González, quien a solicitud del músico adaptó unas cuerdas metálicas para emular el sonido de una arpa tuyera, y con el cual se ejecutan dos de los temas del disco: El misterioso, es uno de ellos, mejor nombre no podía tener.
 

1 comentario:

  1. Bello tu blog, Inger. Inteligente y delicado. Con un elevado sentido de la nacionalidad. Me gusta muchísimo !

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