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Fotos: Elvira Prieto |
Durante quince años, más o menos, el artista Alberto Asprino comenzó a guardar
las servilletas que los electores venezolanos soltaban una vez concluido el acto
de votación. Son evidencia de los años
más recientes de consulta popular, directa y secreta en Venezuela. En algunos
casos, los testigos de mesa le impedían llevarse aquél desecho. En otros casos, simplemente quedaba la tinta
indeleble tan absorbida en su abandono, que la simple solicitud al elector bastaba para que quedara en sus manos. Había un acto singular en cada captura: debía recolectarlas sin intermediarios, desde la pureza del momento en que el
sujeto que votaba concluía su derecho.
Los artistas y los fotógrafos tienen mucho de acumuladores.
Unos porque buscan atrapar objetos para luego ser transformados en arte; los
otros, obsesionados en acumular tiempo a través de imágenes, pero también
acostumbrados a guardar piezas para la puesta en escena. Asprino reunió todas las condiciones.

Vinculado a la fotografía por el proyecto de Incubadora
Visual, promotor de la fotografía, curador, museógrafo y arquitecto (también
acumulador de oficios), tuvo la iniciativa de dar forma a otro lenguaje que no
se borra tan fácilmente, al igual que esa tinta convertida en sujeto fotográfico.
La muestra que se exhibe desde el 14 de mayo, en
la Galería Tresy3 (ubicada en Las Mercedes), y que lleva como nombre “Retratos Indelebles”,
es a decir del fotógrafo Juan Toro “la primera exposición fotográfica de una persona que no es fotógrafo”. A cargo de esta curaduría estuvieron Juan Toro, Yuri Liscano y Ricardo Arispe.
Algunas de estas fotografías fueron impresas en tela, y así
vuelve a reinventarse la imagen en el arte. Otros cuadros tienen una dimensión que hace dudar si realmente el
espectador está frente a una imagen fotográfica o ante el propio objeto
enmarcado. “Me gustaría poder hacer una gran tela con todas esas huellas de
tinta indeleble, en una gigantografía”, dice Alberto Asprino. Pienso que sería
la mejor manera de “gritar” el voto como acción y manifestación democrática.
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Fotos de Elvira Prieto |
Los azules enmarcados también nos remiten al famoso test de Rorschach,
pero en este caso, la ambigüedad de la mancha tiene una conclusión real y
concreta. Los personajes en pareja, las mariposas, las flores, los cuadrúpedos, evocan un juego, un pasatiempo, pero es una
sensación momentánea. Ese mensaje invisible inconscientemente nos
permite pasear por cada una de esas manchas que sobre la pureza del doble blanco, el del fondo y el de las paredes, terminan
ratificando lo que ha sido un clamor que nunca se borrará en el país: El voto es la expresión de paz.
Ese es un hecho indeleble. Y Alberto Asprino lo recuerda en
su colección de servilletas.
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Esta foto fue tomada de la página de Cultura Tresy3 |
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Tomada con celular (Inger Pedreáñez) |