(Preludio a la entrevista) En un escenario se sube como solista un cuatrista famoso, o bien una orquesta que combina los instrumentos tradicionales venezolanos con los acústicos propios del rock, o quizás está en desarrollo una ópera. Los músicos hacen de su talento una obra maestra. La gente aplaude a los intérpretes, a los ejecutantes. Casi invisible queda el instrumento que sabe de su calidad, de su acústica, de su color rítmico y sonoro. Imperceptible queda el primer hacedor de la música, el luthier que logró extraer de la madera la vibra y el sonido, y se la entregó a esas manos que reverencian agradecidas los plácemes del público… La luthería también es un arte, que extrae de la propia naturaleza la música. La palabra luthier se origina del laúd, un instrumento de la Edad Media, de seis cuerdas dobles, con la caja ovalada y cóncava.
Cerca de 460 instrumentos de cuerda ha fabricado el
luthier venezolano, Claudio Lazcano. Conocido en el medio no sólo por ofrecer
cuatros, guitarras y mandolinas de calidad, sino también como guitarrista,
aunque él considere que esa etapa de músico quedó solapada por su quehacer
artesanal y lo que ha sido su verdadera pasión artística.
-Cuando me toque hacer el instrumento número 500 me
quedaré con él, dice.
Posiblemente, ese número sea alcanzado por una
guitarra o un cuatro, él no lo sabe. Pero sí lleva la cuenta de su producción: 200 cuatros, cerca de 100 guitarras, 70
mandolinas, 20 guitarras renacentistas, entre otros.
- Yo elaboro instrumentos de cuerdas pulsadas con dedo o plectro, lo que yo llamo luthería plana. Fabrico instrumentos latinoamericanos, incluyendo los venezolanos como la bandola, el cuatro, la guitarra, la mandolina. Hago instrumentos latinoamericanos como cavaquinho (de origen brasilero de cuatro cuerdas), el cuatro puertorriqueño, el charango (instrumento de cinco cuerdas, de la cordillera de Los Andes), el tres cubano, una vez hice una jarana (mexicano), y desde hace 20 años hago instrumentos antiguos europeos, como la guitarra barroca, guitarra romántica, el laúd del Renacimiento, y también instrumentos medievales como psaltério (o cítara, instrumento de cuerda pulsada que se utiliza para acompañar el salmo), y la mandorla. Comencé a construir los instrumentos antiguos a raíz de una solicitud que me hizo Isabel Palacios para la Cantata de Caracas. Con instrucciones, planos, libros y músicos que venían del exterior, pude hacer las copias de esos instrumentos.
También desde
hace cuatro años está haciendo
instrumentos eléctricos como guitarras y bajos que tienen un estilo particular y logran
una alta difusión.
Un giro musical
La curiosidad siempre es un motor en el proceso
creativo. Y esa inquietud por saber cómo se elaboraba una guitarra, además por
la aspiración de tener un buen instrumento como ejecutante, lo llevó a conocer
a Ramón Blanco. “Me impresioné mucho de su taller, tenía una atracción cautivante.
Era algo totalmente distinto a otro tipo de talleres artesanales, el olor a
madera. Es un olor especial, tiene las combinaciones el ciprés, la caoba, el
ébano, el cedro, esa combinación de olores es como un vino. Era muy
personalizado. Y no sólo fue la
percepción visual y de sentidos lo que me atrapó, sino también ver que en un espacio tan
pequeño se podía producir una guitarra”.
Esa visita fue la epifanía que lo condujo a buscar un
curso de luthería, aunque para entonces pensaba que sería un guitarrista clásico y que aquellos estudios eran complementarios para conocer más sobre la estructura interna del
instrumento. Para entonces, formaba parte de la Estudiantina Universitaria de
la Universidad Central de Venezuela (UCV), bajo la dirección de Orlando Gámez. Además de Gámez, sus profesores fueron los
maestros Eduardo Serrano, Alejandro Vásquez, Bartolomé Díaz y Hugo Quintana.
Y con la intención y la voluntad, era fàcil que apareciera la oportunidad. Coincidió con la visita de un luthier alemán
a Venezuela y la posibilidad de que a él le reservaran el último cupo de un
taller. “Raúl Delgado Estévez era uno de los inscritos. También conocí allí a
un buen amigo luthier, Oscar García, de quien aprendí mucho - él dice lo mismo
de mí. Juntos avanzamos rápidamente”, recuerda.
A mitad del curso, Delgado Estévez, quien para el
momento era el director del Orfeón Universitario de la UCV, y además miembro de
El Cuarteto, aseguró que de todos los presentes, Oscar y Claudio podían
dedicarse a la luthería. El objetivo del taller era construir una guitarra y
una mandolina. Y para ese momento ya incluso tenía un encargo. “Decidí abandonar la
universidad, porque me di cuenta de que podía trabajar y vivir de la luthería.
Fue un enamoramiento muy sano”.
La acústica en la mano
Claudio utiliza una veintena de maderas para combinar
y ecualizar los instrumentos, y como él dice, divertirse con los sonidos. “Las
caobas de la costa son distintas de las
que están en el llano. Depende de la región del árbol, el acabado es muy
distinto”. Sus preferencias son las maderas de Honduras, Venezuela y del continente
africano.
“La caoba venezolana es de alta calidad. Su color marrón oscuro le da mucha elegancia al acabado y tiene rango de densidades muy grandes que no llegan a las
densidades de las africanas y hondureñas que son bastante suaves. La caoba la
uso estrictamente para el mástil. Para las tapas uso tres tipos de madera: el
pino Sitka americano, el cedro del Canadá y el pino abeto alemán. Para los aros y fondo del
instrumento, partes que completan la caja del instrumento, preferiblemente uso palisandro de la India, que es la madera
clásica para la guitarra. Está también el de Madagascar o de Río de Janeiro, en Brasil. Esas
tres regiones dan palisandros distintos.
El de jacarandá es el más codiciado, más caro y más sonoro. Luego le sigue el de Madagascar y luego el de
la India. Para la trastiera, ébano o palisandro… Todas son maderas de muy alto
nivel”.
Explica este luthier venezolano que la madera básica,
es como el color con que alguien se viste. “Según la madera que pongas, las ondas sonoras despiertan distinto, reaccionen de una manera. En eso se resume
en la afinación, puede ser un sonido redondo, opaco, más grave, estridente,
triste… Cuando se escoge una madera para el instrumento, uno está ecualizando
la sonoridad del instrumento, por decirlo de alguna forma.
Pero además del material, está el pulso y la intuición
del artesano. “Hay un componente de construcción y de mano, de técnica, cada
corte que se hace, de lijado, de barniz, si pones más laca o menos
sellador, cada madera que escoges está dirigida al sonido, si es más grueso, lo
pulo. Parece que es un mueble inerte pero
no lo es. Cada movimiento de la mano agrega una intención de sonido al
instrumento”.
Hugo Quintana toca la guitarra renacentista realizada por Claudio Lazcano |
Son 30 años de oficio y próximo a alcanzar su pieza 500. “A partir de ese número, el luthier empieza a refinar todo aquello que ha trabajado y el carácter es más de registro, de exploración. Ahora me siento en capacidad de modificar cosas, de evolucionar”.
Y esta pasión que lo atrapó en olores, colores y
sonidos, sigue siendo un trecho abierto para la investigación desde el arte: “Después
de todos estos años estudiando el sonido de la guitarra española, esa construcción
del guitarrero o violero, ahora me siento en capacidad de refinar mi trabajo
para encontrar ese sonido propio. No estoy buscando algo distinto o aquello que
le pueda gustar a un guitarrista, sino el sonido que a mí, en lo personal, me
gustaría tener”.
- Sigues tocando la guitarra.
Fotos: Inger Pedreáñez |
- Sí, claro. Cuando incursioné en la luthería seguí estudiando música, pero mis notas comenzaron a bajar. No podía dedicarle el tiempo necesario. Con todo el dolor de mi alma, abandoné la guitarra. Pero la volví a retomar después de tres años de estudios de luthería, y no volví a dejarla, he hecho cursos para guitarra renacentista y barroca, música a dúo. Pero el 90% de mi tiempo se lo dedico a la luthería.
Justamente, en estos días, Claudio Lazcano está
ensayando junto al guitarrista Hugo Quintana (quien además es el coordinador académico
de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV) un dúo para guitarra del
siglo XIX, y también estarán formando parte de los artistas que acompañarán el
musical “El Hombre de la Mancha”, que se estrenará en abril, en el Aula Magna
de la UCV.
-La guitarra es mi instrumento, es el amor
que más me ha durado, asegura.
(Si quieren conocer más de este luthier, aqui está el enlace a su página web)
Detalle de la guitarra más reciente elaborada por Claudio Lazcano. Foto de Claudio. |
(Si quieren conocer más de este luthier, aqui está el enlace a su página web)
Excelente nota, muy interesante, un hombre que es luthier de alma y además músico e investigador de la música. Muy buenas las fotos, además. Gracias Inger!
ResponderEliminarMaestro Claudio Lazcano, mis saludos y mi respeto. Reparó mi guitarra Tatay de doce cuerdas, y una mandolina Carmelo Catania, por recomendación del Maestro Marcelino Aparicio, les realizó un excelente trabajo, insuperable, además tuve oportunidad de conversar con él sonre música, y me mostró en su taller dos guitarras que estaba elaborando. Lo recomiendo con los ojos cerrados si se necesita un trabajo de calidad. Eso si, con tiempo y paciencia porque el Maestro Claudio tiene mucho trabajo. Dios le siga bendiciendo, y le estaré eternamente agradecido.
ResponderEliminarLos instrumentos de Claudio son maravillosos. Son las cajas de resonancia de mi alma, porque gracias a esas guitarras estupendas, yo puedo expresarme. Hermosa entrevista que le hace justicia al trabajo de Claudio Lazcano del Castillo. Salud!
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